La naturaleza del niƱo
- malba89
- May 21, 2020
- 6 min de lectura
Durante mucho tiempo, los niƱos han sido considerados de distinta manera segĆŗn las caracterĆsticas de su personalidad:
a) los niƱos ācuyos actos deben ser corregidosā, son niƱos de carĆ”cter fuerte que suelen ser muy caprichosos, ruidosos, agresivos e inquietos.
b) los niƱos āmodeloā, cuyo comportamiento es sumiso y pasivo.
c) los considerados como ābrillantes o superioresā, niƱos con una gran exuberancia fĆsica o con un exceso de imaginación creativa.
SegĆŗn Montessori, muchas de estas caracterĆsticas han sido bien vistas por la opinión pĆŗblica y deseadas por los padres, sobre todo, las caracterĆsticas de los dos Ćŗltimos tipos, y otras que han sido realmente lamentadas, juzgadas y rechazadas por los adultos. Sin embargo, en la primera Casa de los NiƱos y a lo largo de toda su trayectoria profesional, Montessori realizó muchas observaciones a los niƱos de sus escuelas, niƱos de edades comprendidas entre los 3 y 6 aƱos, y se dio cuenta de un fenómeno que ocurrĆa de manera universal, inconsciente y natural en todos y cada uno de ellos.
¿Pero, qué es exactamente lo que Montessori observó?
Cuando los niƱos de sus escuelas, que presentaban todo tipo de caracterĆsticas nombradas anteriormente, conseguĆan concentrarse con el trabajo de un material de desarrollo o alguna actividad con propósito inteligente quedaban atraĆdos totalmente, y todas esas caracterĆsticas, tanto las consideradas buenas o malas como las superiores, desaparecĆan, y emergĆa una nueva y Ćŗnica forma de niƱo.

Montessori demostró que:
El niƱo que tiene la oportunidad de interaccionar, colaborar y participar de forma activa en un ambiente preparado rico en posibilidades y motivos de actividad constructiva, acordes con su edad evolutiva, y consigue concentrar su atención y su energĆa vital, en alguna actividad real produciĆ©ndole alegrĆa y satisfacción (y no fatiga).
Que no divaga por el mundo de la imaginación excesiva.
Que no vive ni participa en el caos que provoca el desorden.
Y que se nutre de conocimientos gracias a una disciplina que le otorga la libertad de elegir aquello con lo que desea trabajar.
SerĆ” un niƱo que se desarrollarĆ” con normalidad en toda su totalidad; tanto fĆsica, mental, moral como espiritualmente. A esta transformación paulatina lo denominó āproceso de normalizaciónā.
Todas las caracterĆsticas citadas con anterioridad fueron consideradas por Montessori como ādesviaciones psĆquicas del carĆ”cter del niƱoā, y las nuevas caracterĆsticas observadas, fueron consideradas como ādelineaciones normales del carĆ”cter del niƱoā.

Cuando el ambiente llama con sus atractivos u ofrece motivos para una actividad constructiva, entonces todas las energĆas se concentran y desaparecen las desviaciones. Entonces aparece un tipo Ćŗnico de niƱo <<un niƱo nuevo>>, la <<personalidad>> del niƱo, que ha conseguido construirse normalmente. Montessori, La mente absorbente del niƱo.
Observó que las caracterĆsticas que presentan los niƱos normales son:
a. La concentración
b. El trabajo
c. La disciplina
d. La sociabilidad.

Fuente: fotografĆa del autor
Cada una de estas caracterĆsticas tienen un orden, pero cada una de ellas difiere de la anterior. En el libro de āLa mente absorbente del niƱoā, Montessori nos muestra con un grĆ”fico cada una de las caracterĆsticas que hemos hablado con anterioridad. A la derecha del semicĆrculo sitĆŗa: las desviaciones psĆquicas del carĆ”cter y a la izquierda: las delineaciones normales. En el centro dibuja una lĆnea divisoria que representa: la concentración.
Ćste es para ella el punto de partida de todo el proceso de normalización. El adulto con formación y experiencia debe preparar un ambiente rico en motivos de actividad constructiva y progresiva, acorde con las necesidades de cada etapa del desarrollo. Una vez el ambiente estĆ© preparado si no les ofrecemos una guĆa, los niƱos vagaran sin rumbo por el ambiente pasando de material en material, sin apenas detenerse, dĆ”ndole un uso inadecuado, desencadenando el desorden y el caos y dando paso a las posibles desviaciones psĆquicas. La finalidad de sus manos no serĆ” realizar un trabajo, sino desordenar o destruir.
Por ello, es necesario que el adulto entre en acción de manera muy sutil, para presentar uno por uno los materiales o actividades del ambiente de manera individual o grupal, sin forzar al niño sino animÔndole a presenciar la presentación e invitÔndole a realizar la actividad por sà mismo.
Ćste hecho darĆ” paso a que el niƱo observe e imite los movimientos armónicos y coordinados que la actividad precisa, consiguiendo concentrarse en su tarea y, a su vez, gozar del trabajo que estĆ” realizando. Los niƱos llegan a sentir un verdadero amor por el trabajo que realizan, pero para que esto ocurra, se debe partir de la concentración que el niƱo debe poseer ante la ejecución de su tarea.
La naturaleza del niƱo es querer trabajar porque asĆ es la forma que tiene de autoconstruirse. El trabajo del niƱo no es el trabajo tal y como lo vemos desde la perspectiva adulta āley del mĆnimo esfuerzoā sino que el niƱo desea emplear sus energĆas, su guĆa interior, en buscar la manera de seguir desarrollĆ”ndose y formĆ”ndose como ser humano y esto lo encuentra en el trabajo. Sus periodos sensibles estĆ”n aflorando y estĆ”n dispuestos a guiarle hacia la luz de aquello que su maestro interior (su naturaleza humana) le ordena.
El niƱo trabaja siguiendo su guĆa interna, y hasta aproximadamente los 6 primeros aƱos de vida es al Ćŗnico que obedece, pues este maestro interior busca para Ć©l lo que le de felicidad y alegrĆa. La voluntad del niƱo no se crea hasta aproximadamente los 3 aƱos de vida, asĆ pues, antes de obedecer al adulto, debe obedecer a su maestro interior, y para eso el adulto debe darle la oportunidad de auto-realizarse y no obstaculizar el desarrollo del niƱo.
Para ayudar a este desarrollo no bastan <<objetos>> de cualquier tipo, sino que hay que organizar un ambiente de <<intereses progresivos>>. Entonces resulta un mĆ©todo de educación basado en la psicologĆa del desarrollo infantil. Montessori, La mente absorbente del niƱo, 2014, p. 188.
Otra caracterĆstica necesaria para la normalización, y para que pueda darse, a su vez, la concentración y el amor por el trabajo, es la disciplina. Para ello, es necesario que se le de al niƱo la libertad de movimiento y elección con aquello que desea trabajar. Nunca deberemos obligar a un niƱo a recibir una presentación, o chantajearle para que trabaje, siendo asĆ, no estarĆamos respetando su verdadera voluntad, sino que estarĆamos āviolandoā su elección, su voluntad, y obstaculizando su verdadero potencial hacia el trabajo.
Montessori no entiende la libertad como ādejar al niƱo a su libre albedrĆoā pues esta libertad sumisa por parte del adulto tambiĆ©n perjudica la salud psĆquica del niƱo provocando desviaciones en su carĆ”cter. Montessori habla de una libertad disciplinada, de autodisciplina.
Una vez el niƱo conoce los lĆmites respetuosos que se deben respetar para una buena y armoniosa convivencia en el ambiente y sabe cómo utilizar cada uno de los materiales, estarĆ” preparado para elegir quĆ© quiere hacer y, por tanto, podrĆ” moverse por el ambiente libremente eligiendo el material o actividad y realizarla cuantas veces quiera aprendiendo y disfrutando de ello.
Si se entiende la libertad como el dejar moverse a los niƱos como quieran, usando, o, sea como fuere, usando mal los objetos que los rodean, es evidente que al mismo tiempo <<se deja libre el desarrollo de las desviaciones>>, y se agravan las condiciones anormales de los niƱos. Montessori, La mente absorbente del niƱo, 2014, p. 187

Asimismo, nos habla de la importancia y necesidad de la sociabilidad (vida social con otros niños) para la mejora de la normalización. Con esto se refiere a que, por ejemplo, en la convivencia con otros niños, éstos descubren la habilidad social de la paciencia, puesto que no hay un material para cada niño y deben aprender a saber esperar su turno si quieren utilizar el material con el que otro niño estÔ trabajando. Deben ser respetuosos con sus compañeros y dejarles acabar su trabajo, sin interrumpirles.
Si un niƱo <<se ha normalizado>> serĆ” capaz de esperar ese material a que sea devuelto a su lugar para cogerlo y observar el trabajo de sus compaƱeros sin la necesidad o impulso de interrumpir su trabajo. Si hay una convivencia normalizada se establecen vĆnculos afectivos maravillosos entre ellos, sale a flote el valor de ayudar a los compaƱeros, y descubren otros como el de la empatĆa o compasión ante ciertas situaciones. Las relaciones sociales llegan a crear verdaderos lazos de amistad.
Ahora bien, Montessori puntualiza que, si los niƱos ānormalizados" vuelven a vivir en las condiciones anteriores, esta normalización serĆ” transitoria. Este es un aspecto muy importante a tener en cuenta para que nunca dejemos de observar los intereses de los niƱos, el ambiente preparado y que nuestra fe en el niƱo, y en su trabajo, no decaiga nunca.